Midiendo servicios ecosistémicos en agricultura


Desde hace siete años el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) viene estudiando cómo  determinados usos y manejos del suelo en las cuencas de los Andes afectan la provisión del servicio ambiental hidrológico (SAH), en términos de calidad, producción de agua y regulación del flujo. Actualmente, el CIAT está evaluando la efectividad de los Mecanismos de Distribución de Beneficios (MDB) como herramientas de gestión destinadas a asegurar la provisión del SAH a través de un manejo adecuado del suelo y a la vez  mejorar la equidad en la distribución de los beneficios derivados.
El enfoque de equidad busca que aquellos sectores que reciben un mayor beneficio del SAH (ubicados generalmente en la parte baja de la cuenca), retribuyan o compartan el beneficio del servicio ambiental con aquellos cuya conducta y decisiones determinan la calidad del servicio y por lo tanto son una pieza clave para su mantenimiento y protección (parte alta de la cuenca).
Dicha retribución, sin embargo, no significa necesariamente un pago en efectivo, sino que puede implicar una contribución económica para mejorar las prácticas de manejo del suelo en la cuenca alta (ej. agricultura de conservación, sistemas agropastoriles y recuperación de zonas degradadas). 

La comprensión de la relación entre las prácticas de manejo del suelo con la provisión, gestión y uso del SAH es determinante para identificar a los actores que participarán dentro del MDB. Asimismo, la valoración económica del SAH es un instrumento que facilita la negociación con los beneficiarios a cerca de su potencial contribución con los proveedores del SAH.  

En este contexto, con el apoyo del Challenge Program on Water and Food (CPWF), CIAT viene desarrollando diferentes proyectos de MDB en las cuencas andinas de Colombia, Ecuador y Perú. El trabajo del CIAT en dichos proyectos esta enfocado en evaluar el SAH en las cuencas hidrográficas y  determinar las zonas prioritarias para su provisión; valorizar los beneficios del SAH percibidos por los usuarios de la parte baja de la cuenca; y apoyar en el diseño del MDB.
 
Estas actividades comprenden una serie de investigaciones, que involucran el empleo de modelos hidrológicos, modelos de crecimiento del cultivo, aplicación de métodos de valoración económica y costos de oportunidad, así como realización de estudios de análisis de pobreza[1].

Un ejemplo de estos proyectos es el caso de la Laguna Fúquene, ubicada en los departamentos de Boyacá y Cundinamarca al norte de Bogotá (Colombia), donde los trabajos de investigación del CIAT evaluaron los impactos en la implementación de una agricultura de conservación, a la vez que facilitaron el desarrollo de un mecanismo de financiamiento para promover la adopción de estas técnicas de manejo.

La problemática encontrada en dicha laguna fue, que a pesar de constituir una fuente de agua importante para la región, venía siendo amenazada por los procesos de eutrofización debido a la elevada concentración de nitrógeno y fósforo en el agua, producto de las prácticas de manejo agrícola de la zona.
Frente a dicha problemática CIAT, con el apoyo de diversas organizaciones como el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condensan), la Cooperación Alemana a través GIZ y el CPWF, empleó el modelo hidrológico Soil and Water Assesment Tool  (SWAT) para simular el proceso de deterioro de la laguna comparando la situación actual con alternativas de manejo mas adecuadas. De dicha modelación, se derivó el análisis de costo de oportunidad.

Los resultados obtenidos indicaron que una agricultura de conservación, es decir con una labranza reducida, abonos verdes y una baja aplicación de fertilizantes, podría reducir en un 70% la concentración de sedimentos vertidos al lago, proveyendo de un servicio ambiental a los usuarios del mismo. Además, la producción bajo la agricultura de conservación, una vez cubiertos los gastos de la inversión inicial (US$250/ha), podría llegar a ser de 18 – 25% mas rentable que la tradicional.

A partir de estos resultados, se estableció un plan piloto con la participación de 39 pequeños agricultores, a quienes se les otorgó un crédito a bajo interés con la condición de cambiarse a una agricultura de conservación. Para ello, se creó un fondo rotatorio, con los aportes de la GIZ y la Fundación Ford y el apoyo técnico de la Corporación Autónoma Regional (CAR).

De esta manera, el plan piloto tuvo un cumplimento del 97% llegando a un área de cultivo de 178 hectáreas por año (el doble de la programada). No obstante, el trabajo fue menos exitoso al querer ampliar la experiencia en toda la cuenca (99,137 ha, de las cuales 55,662 ha son aéreas de cultivo), dado que algunos de los agricultores se mostraron escépticos a cambiar sus prácticas tradicionales de manejo, mientras que otros prefirieron  arrendar sus tierras a los productores comerciales.


A pesar de los obstáculos encontrados en la ampliación de la experiencia piloto, ésta incentivó a la CAR, autoridad regional del ambiente, a destinar fondos para el desarrollo de una investigación in situ de los impactos en la extensión de la agricultura de conservación. Dichos estudios, liderados por el CIAT, consideran la medición en campo de los impactos en el suelo, pérdidas de nitratos y fósforo, productividad de los cultivos y la evaluación de los beneficios económicos, teniendo como propósito principal la determinación de indicadores de impacto que puedan ser utilizados mas adelante por la CAR en su trabajo de seguimiento y evaluación de sus inversiones en la materia. En este trabajo son socios claves de CIAT, Fundesot (Fundación para el Desarrollo Sostenible Territorial) y la Universidad de Florida.

De esta manera, los resultados de los estudios financiados por la CAR, servirán en el diseño de un MDB. Estos ayudarán a definir en qué medida las prácticas de la agricultura de conservación podrían incluirse dentro del conjunto de prácticas agrícolas sostenibles compatibles a ser desarrolladas en la cuenca alta, la cual en gran parte ha sido declarada recientemente como zona de reserva natural. De constatarse que dichas prácticas son adecuadas para el suelo y el agua se estaría proveyendo argumentos sólidos para seguir apoyando la agricultura de conservación, siendo posible conseguir que aquellos que se beneficien de los impactos positivos contribuyan al fondo rotatorio, lográndose así la sostenibilidad del mecanismo.  



[1] CIAT tiene mas de 6 años en la aplicación del modelo Soil and Water Assesment Tool (SWAT) , a través del cual se ha simulado el impacto que tiene el manejo de suelo sobre los sistema hidrológicos y la vez se ha podido identificar las zonas prioritarias de provisión del SAH.
 

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